HISTORIA

Nuestros orígenes

A la hora de encontrar los orígenes de los moros realistas de Elda, como casi todas las comparsas de nuestra ciudad, tenemos que buscar las raíces de la Fiesta en Villena.

Hasta aquella población marchó en septiembre de 1943, Octavio Moreno González, un viajante eldense de calzado que rápidamente quedó prendado de la fastuosidad de los desfiles y la alegría de los actos festeros. Incluso se enfundó un traje de realista villenense, y si le quedaba alguna duda la despejó al afirmar: «En mi pueblo tenemos que fundar una comparsa de moros».

Cuando regresó a Elda contó sus experiencias a sus hermanos Manuel y Francisco, así como a su buen amigo Francisco López Cerdán, al que posteriormente todos llamarían «Don Din» porque manejaba el dinero de la Comparsa.

REALISTAS_ESCUDO

La primera reunión

Con la llegada del otoño de aquel lejano 1943 se iniciaron las reuniones para sentar los cimientos de la Comparsa de Moros Realistas. La primera de estas reuniones se celebró en la fábrica de calzado de señora denominada «Ocmavi», propiedad de la familia Moreno González, ubicada en la calle San Pedro, 5 (perpendicular a la calle San José).

Junto a ellos colaboraron en la creación de la comparsa: José Vilar Alba «El Royal», Ataúlfo Coloma Marín, José Luz Esteve, José Amat Juan, Pascual Giménez del Rey, Andrés Rico Ayelo… De todos aquellos sólo viven dos, Francisco López y Pascual Giménez, aunque este último reside en Zaragoza.

Bendición de la bandera

Coincidiendo con las Fiestas Mayores de Septiembre de 1944 se produjo la bendición de la bandera. Fue el día 10 de aquel mes cuando se bendijo el símbolo de la Comparsa. Acto seguido se inició un pasacalle donde la primera Abanderada. Francisca Payá Barrachina, fue acompañada, entre otras personas, por el joven Capitán Realista, Octavio Moreno Samper, hijo del fundador. Maruja Rico Bellod, primera mujer que salió de cabo de escuadra en la Comparsa. José Vilar Alba «El Royal», siempre cerca de la Abanderada y repartiendo cigarros, puros a los comparsistas. Con un arcabuz en la mano, Francisco Hellín Almodóvar, primer Embajador moro de la Fiesta eldense.

1944_bendicion

El primer desfile

1945_desfile

Llegó el domingo 21 de enero de 1945. Ese día se inició la primera Entrada de la historia. Fue a partir de las diez de la mañana cuando abrió el desfile el Bando Cristiano, y son los realistas quienes primero comenzaron a desfilar por el Bando Moro a los sones de la marcha mora «Paso a la Kábila» que interpretaba la Santa Cecilia de Elda. La Entrada comenzó en la avenida de Chapí, a la altura de Padre Manjón, para continuar por las calles, hoy día denominadas, Antonio Maura, Nueva, Ortega y Gasset, San Francisco hasta la Plaza del Ayuntamiento.

Fue nuestra comparsa la pionera en traer sillas para contemplar los desfiles. Octavio Moreno González, decidió traerse 25 sillas de Novelda para sentarse exclusivamente las señoras de los realistas. En años sucesivos trajeron más sillas que se alquilaron a las personas que deseaban contemplar los actos sentadas.

Un hombre muy vinculado a la Comparsa Realista, auténtico obrero de la misma, Saturnino Navarro, «Turlino», era quien personalmente se ocupaba de ir a Novelda a recoger las sillas, instalarlas en un punto del itinerario del desfile, limpiar el lugar de ubicación y mantenerlas siempre en condiciones. Este hombre entregado a los realistas, sin embargo, no era comparsista de salir en los actos de la Fiesta. Se encargaba también de cobrar las primeras cuotas, animaba a todos a colaborar por la Comparsa, sintiéndose feliz de trabajar por ella. Cuando había que traerse trajes de Alcoy él era quien se desplazaba a la Mayordomía de San Jorge y a la tienda de la Viuda Trelis, para conseguir las ropas de Realista, además de traerse igualmente diez o doce trajes de moricas, de modo que la Comparsa contase desde los primeros tiempos con un grupo o escuadra de chicas.

Otro desinteresado pero fundamental impulsor del origen de los Realistas, fue Joaquín Vera Verdú, propietario de la funeraria de la calle Eugenio Montes en aquellos años, quien con la colaboración también de su esposa, ponía a disposición de la Comparsa sus caballos, además de dar orden a sus empleados de que limpiaran y enjaezaran a los que necesitasen los moros Realistas, y todo ello sin cobrar nada a cambio. Además, para formar la carroza de la Comparsa cedía la parte delantera de sus pompas fúnebres. En toda esa buena predisposición de Joaquín Vera Verdú tenía mucho que ver otro gran comparsista de entonces, José Navarro Rizo, que era el apoderado de la empresa.

En esos difíciles años iniciales se contó con otra clave, en este caso de un comparsista especial, Sogorb, «Churchill», que ponía su agencia de Transportes Gómez a disposición de su comparsa: dejó locales donde guardar objetos de la misma y donde «construir» y formar la carroza, y sobre todo, siempre que hacía falta desplazarse por trajes, sillas, etc., ponía uno de sus camiones a tal efecto y de forma gratuita.

1951_churchill

Otro desinteresado pero fundamental impulsor del origen de los Realistas, fue Joaquín Vera Verdú, propietario de la funeraria de la calle Eugenio Montes en aquellos años, quien con la colaboración también de su esposa, ponía a disposición de la Comparsa sus caballos, además de dar orden a sus empleados de que limpiaran y enjaezaran a los que necesitasen los moros Realistas, y todo ello sin cobrar nada a cambio. Además, para formar la carroza de la Comparsa cedía la parte delantera de sus pompas fúnebres. En toda esa buena predisposición de Joaquín Vera Verdú tenía mucho que ver otro gran comparsista de entonces, José Navarro Rizo, que era el apoderado de la empresa.

En esos difíciles años iniciales se contó con otra clave, en este caso de un comparsista especial, Sogorb, «Churchill», que ponía su agencia de Transportes Gómez a disposición de su comparsa: dejó locales donde guardar objetos de la misma y donde «construir» y formar la carroza, y sobre todo, siempre que hacía falta desplazarse por trajes, sillas, etc., ponía uno de sus camiones a tal efecto y de forma gratuita.

Los primeros trajes

De Villena y Alcoy vinieron a Elda los primeros trajes de Moros Realistas. Quienes tuvieron suerte de encontrarlo prestado por algún amigo se evitaron pagar 250 pesetas de los años cuarenta.

Francisco López Cerdán a sus 80 años, recuerda: «Comenzamos a ir de casa en casa buscando trajes de Realista. Al final los alquilamos por cincuenta duros cada uno. Nos pareció caro y cuando acabaron las fiestas fuimos a casa de la Chiqueta y por 600 pesetas compramos las telas y nos confeccionaron el traje completo«. Posteriormente, Consuelo Beltrán Rizo, esposa del Sultán Manuel Andrés Pardo, se convirtió en la modista habitual de los realistas.

También se alquilaron los primeros trabucos y arcabuces, «Don Din» comentaba: «Los trajimos de Onil al precio de 40 pesetas, luego la comparsa regalaba tres kilos de pólvora que retirábamos en la fabrica de sifones de Tobías Vergara, junto a la fuente de los burros en la Avda. de Chapí«.

Para que pudiera subsistir la Comparsa se instauró la primera cuota y cada festero comenzó pagando cinco pesetas a la semana, que por entonces era mucho dinero, pero sirvió para poner la primera piedra de lo que hoy en día es nuestra Comparsa de Moros Realistas que continua desfilando con la lanza en la mano.

1946_desfile

DÉCADA 40-50

Los primeros negros de las fiestas año 1946 ó 1947

Los realistas vieron como nacía la primera escuadra de negros que con el tiempo darían paso a que florecieran otros grupos de africanos. La creó, Octavio Moreno González, fundador de la Comparsa, que se distinguió porque solía desfilar acompañado por una mona que se paseaba por los hombros del primer presidente que tuvieron los Moros realistas.

Lo peor que vieron aquellos pioneros eldenses de escuadras de negros fue la forma de maquillarse. Al no existir los adelantos de cosmética que hay en la actualidad, tenían que recurrir a corchos quemados, luego se embadurnaban la cara y ya estaban listos para ponerse el tocado y salir a desfilar. Cuando acababan las entradas, tenían que sufrir lo indecible para poderse asear el rostro, por eso era normal ver a los comparsistas todo el día con la cara pintada.

El papel de los Moros Realistas de Villena en la creación de los Moros Realistas de Elda

En primer lugar, ya se ha mencionado antes la visita de Octavio Moreno González a Villena, en 1943, y el conocimiento que entonces tuvo de las fiestas de Villena y sobre todo de los Moros Realistas de Villena, que serviría para que un año más tarde se creara la Comparsa de Moros Realistas de Elda.

La agencia de Transportes Gómez de «Churchill» Sogorb tenía una sucursal en Villena, desde donde pudo gestionar el obtener trajes o prendas de Moro Realista, que serían traídos en sus camiones, en los que además podían viajar personas de Elda a Villena y viceversa, sirviendo de «puente» entre festeros de Villena y futuros de Elda. Ciertamente se hacían varios viajes al año a Villena donde sus comparsistas trataban fenomenalmente a los que fueron los fundadores y primeros comparsistas de los Realistas de Elda, que siempre regresaban saciados de comida y rara vez escapaban a los efectos del mucho vino al que les habían invitado los Villeneros.

Una circunstancia clave fue el invitar a venir a las fiestas de Elda a algunos comparsistas Realistas de aquella población cercana, lo que cristalizó en que desde los primeros desfiles participase Joaquín Cortés, Moro Realista Villenero, que no sólo actuaba como cabo de escuadra sino que pasaba bastantes momentos en Elda para enseñar la técnica de cabo de escuadra a varios realistas eldenses, en una época en la que únicamente se tenía como cabos a Octavio Moreno y a Francisco López «Paquico». Durante seis o siete años se contó con la participación del «Cabo Cortés», posteriormente se continuó la amistad con el y con sus hijos.

La gran relación festera que surgió entonces entre Realistas de Elda y de Villena, alcanzó su punto culminante cuando una de las primeras escuadras de Realistas de Elda fue invitada a desfilar con los de Villena.

Antonio Juan y Antonio M. Poveda

La figura del Sultán

Los realistas vieron como nacía la primera escuadra de negros que con el tiempo darían paso a que florecieran otros grupos de africanos. La creó, Octavio Moreno González, fundador de la Comparsa, que se distinguió porque solía desfilar acompañado por una mona que se paseaba por los hombros del primer presidente que tuvieron los Moros realistas.

Lo peor que vieron aquellos pioneros eldenses de escuadras de negros fue la forma de maquillarse. Al no existir los adelantos de cosmética que hay en la actualidad, tenían que recurrir a corchos quemados, luego se embadurnaban la cara y ya estaban listos para ponerse el tocado y salir a desfilar. Cuando acababan las entradas, tenían que sufrir lo indecible para poderse asear el rostro, por eso era normal ver a los comparsistas todo el día con la cara pintada.

Las cenas festeras

Siendo presidente, Juan Payá Silvestre, la comparsa decidió celebrar todos los años una cena, que todavía se celebra, y que sirve para mantener viva la llama de la fiesta y entregar al mismo tiempo los premios y distinciones que anualmente concede la Junta Directiva de los moros Realistas, y presentar al nuevo Capitán y la nueva Abanderada.

En el año 1978, se decidió instaurar dicho acto. Fue en la cafetería Garden, ubicada en la calle Jardines. Esa noche se decidió conceder a Benjamín Rueda Catalán, la primera insignia de oro de la comparsa. Al año siguiente, el 15 de Diciembre de 1979, debido a la carencia de un local amplio en nuestra ciudad, se acordó celebrar la primera cena en la discoteca Dafnis de Biar, lugar donde se continuó acudiendo regularmente hasta 1992.

A partir de este año y los siguientes, bajo la presidencia de Manuel Amat Piqueras, se decide no salir de Elda y celebrar la cena y los actos paralelos a la misma en el restaurante de la Feria cuyos salones permiten albergar a todos los comensales que deciden acompañar a la comparsa.

Antonio Juan

DÉCADA 50-60

Los años 50-60: 1952 año de la crisis en la comparsa.

1956

Este año quizás fuera el más polémico, dentro de la vida anual de nuestra Comparsa, pues debido a discusiones, rencores de unos a otros, no estar de acuerdo entre los directivos de entonces, ya divididos en dos bandos, se desembocó en lo que se hacía presumible, una ruptura de todos en general, y los que no «seguían» lo dejaron estar definitivamente, pero los que sentían el amor hacia la comparsa se unieron. Hizo falta la autoridad del Alcalde para poner paz, y dejar que un hombre encabezara ese nuevo peregrinar de la Comparsa.

Creo que está en la mente de todos, que ese hombre fue el que le dio un nuevo impulso a la Comparsa (malherida y en estado agónico) el amigo Rafael Silvestre Marín, al que nunca olvidaremos.

El como presidente, unido a «los que quedaron» iniciaron la nueva andadura. Se pasaron momentos críticos (no había un duro como se dice) pero Octavio Moreno, Manuel Moreno, Francisco López, José Vilar «El Royal», José Amat Juan (el eterno Capitán) y alguno más que no recordamos, se pusieron a trabajar. Ese año salió la Comparsa, como buenamente pudo, y «escotaron los gastos» entre todos, ya que había que pagar la música. Entonces no hubo más que para tramuzos, panchitos, papas y vino, se cumplió, se salió a todos los actos programados por la Junta Central, con el mayor decoro y se superan para años venideros la grandeza de la comparsa en la que Silvestre estuvo nada más y nada menos que ¡¡17 años!! y muy bien por cierto, a pesar de la severidad de su carácter que le hacía sobreponerse a cualquier diversidad que ocurriera.

Como los años no perdonan a nadie, llegó la hora de su relevo, y los que estuvimos a su lado, aprendimos una buena lección, honradez al mismo tiempo que trabajar por la comparsa a la que pertenecemos y que llevamos tan dentro nuestro.

En el año 1955, se nos concedió el diploma a la Mejor Comparsa de la Fiesta eldense, cuyo testimonio consta en un buen cuadro en la sede de la Comparsa y que, al verlo, comprobamos, a pesar de los años que han transcurrido, que es un orgullo pertenecer a los Moros Realistas.

El pasado, pasado está. Esa labor que se inició con el amigo Rafa y que posteriormente comandaron Benjamín Rueda, José Andrés Beltrán, Juanito Payá Silvestre y Manuel Amat Piqueras, actual presidente, es para sentirse satisfecho por lo logrado, y siempre mirando hacia adelante.

Enrique Navarro Payá

La década de los 60

1965_lechuguinosguerrilla

Hasta ese momento la Fiesta y la Comparsa parecían estancadas, pero el auge económico propiciado por el fuerte impulso dado por la industria del calzado en Elda, trajo un renovado espíritu por engrandecer la fiesta. La comparsa era una familia que iba en busca de los doscientos comparsistas, lo que se alcanzaría al final de la década.

Desde la segunda mitad de los años 50 hasta los primero de los 60 el sultanato lo representaban dignamente la familia Andrés, primero Manuel Andrés Pardo y después su hijo Manuel Andrés Beltrán, quien con las fiestas encima sufría un importante accidente de tráfico que le dejaría secuelas para siempre. Una vez más la Comparsa respondió como una familia, en varios autobuses gran parte de la misma fue a visitarle a la clínica en Alicante. Durante varios años quedó vacante el puesto de Sultán, ya que los últimos años de década tomaría su lugar Manuel Pérez Galipienso «El Gali».

En esta etapa la Comparsa se apoyaba en buena medida en miembros de la familia Andrés, ya que Consuelo Beltrán, Esposa y madre de sultanes Realistas, convirtió su casa en una auténtica «fabrica» de coser trajes de moro realista, su hijo Manuel, ya citado, construía la mayor parte de aquellas viejas lanzas de madera, verdadero símbolo de la Comparsa, ir de visita a su taller era encontrarse con la real armería festera. Por otro lado, su cuñado Enrique Navarro Payá, se había convertido en casi el secretario perpetuo de la Comparsa, cargo que ocupó casi treinta años, y que durante algunos años también nos representaría en la Junta Central de Comparsas.

Otros miembros de la familia, como José y Vicente, también serían comparsistas relevantes entonces y en los años posteriores.

Se llega así al año 1969, que supondría un antes y un después, ya que fue el de la celebración de las Bodas de Plata y el que abriría la puerta al despegue de la Fiesta y de la Comparsa.

Antonio M. Poveda Navarro

Muerte de Juan XXIII

Este luto afectó a todas las comparsas y a la Fiestas eldense en general. Fue cuando falleció el Papa Juan XXIII que obligó a la suspensión total de los actos.

Discurrían con normalidad los festejos del lunes día 3 de junio de 1963, la Fiesta se encontraba en su ecuador cuando empeoró el estado de salud del Pontífice. Esa misma tarde se llegó a celebrar la Guerrilla y las consiguientes embajadas, pero cuando en el desaparecido campo de deportes El Parque, las comparsas se preparaban para salir del recinto a ritmo de pasacalles, llegó la mala noticia del fallecimiento del Papa. Acto seguido se declaró luto total, y las comparsas se retiraban de las calles eldenses con sus bandas de música redoblando solo el tambor.

El último día de fiesta, martes 4 de junio, únicamente se celebró la anunciada misa, luego se efectuó el traslado del Santo sin acompañamiento musical, y por la tarde quedó suspendida también la batalla de confeti y serpentina que entonces cerraban los actos oficiales de los Moros y Cristianos de Elda.

Antonio Juan

DÉCADA 70-80

El despegue de la Comparsa

1969_capyabandguerrilla

Los moros realistas siempre se situaron en la élite de la Fiesta, incluso cuando en el año 1952 estuvieron a punto de desaparecer. Ese año fue el primero de Rafael Silvestre Marín como presidente de la Comparsa, y tuvo que tomar la decisión de asumir la escisión que se originó en el seno de los realistas por disparidad de criterios entre sus más cualificados dirigentes.

Este contratiempo fue un revulsivo para que los moros realistas se esforzaran al máximo y comenzaran a salir de la crisis interna que vivió y enfilar rumbo a sus Bodas de Plata y a las de la Fiesta eldense también.

Del 30 de Mayo al 2 de Junio de 1969, Elda se aprestaba a celebrar los primeros veinticinco años de Moros y Cristianos, cuyo cartel conmemorativo lo dibujó Francisco Crespo Gómez, que consiguió el premio de la Junta Central.

Atrás quedaron sinsabores y diferencias que en modo alguno pudieron con la ilusión de la comparsa. Aquellas fiestas que se celebraron coincidiendo con el primer cuarto de siglo de los realistas fueron las últimas de Rafael Silvestre Marín al frente de la Comparsa, luego le sustituyó Benjamin Rueda Catalán.

Los actos programados resultaros brillantes. Nuestra Comparsa desfiló acompañada de dos bandas de música, algo que pocos podían tener por aquellas fechas, además, la climatología fue benévola con las jornadas festeras.

Aquel mismo año, por vez primera se efectuó por la noche un desfile. Fue la Entrada Cristiana del sábado 31 de Mayo que se inició a las siete y media de la tarde, por lo que los realistas desfilaron de noche. También coincidiendo con las Bodas de Plata, se dejó de volar la cabeza a Mahoma el día en que los moros pierden la batalla contra los cristianos, algo que se valoró muy positivamente por parte de todos los festeros.

Desde aquel lejano 1969, la fiesta eldense en general y los moros realistas en particular, comenzaron el despegue y la evolución de unos actos y fechas que año tras año han hecho historia de unas fiestas de más de medio siglo de antigüedad.

Antonio Juan

Años 70-80

Durante esas dos décadas de la Comparsa y también la Fiesta, conocieron su expansión y consolidación definitiva.

Un detalle que se generalizaría en esos años fue la explosión de escuadras especiales y de negros, que poco a poco ha hecho de los realistas, al igual que otras comparsas moras, un lujoso arco iris de colores y variedad de trajes, lo que sin embargo ha ido en detrimento del traje oficial de la Comparsa, que rara vez se puede contemplar en nuestros desfiles, aunque en el resto de actos oficiales si llenan los realistas las calles de Elda con su color más distintivo, el azul de su pantalón.

Hablando de pantalón, no todos sabrán que hasta bien entrados los años 70 el de la Comparsa era el único que quedaba bombacho a la altura de un palmo más abajo de la rodilla, ello obedecía a que los moros realistas históricamente eran Guardia Real o de Palacio, que por tanto era el cuerpo montado a caballo, de modo que toda su indumentaria (incluida aquella capa blanca con larga capucha y borla negra) estaba adaptada a la de los jinetes reales musulmanes. Sin embargo, la Comparsa no participa en las Fiestas de Moros y Cristianos a caballo, como es lógico, de modo que la estética del traje realista cambia substancialmente, sobre todo en su pantalón que para el profano daba imagen de que íbamos con el «camal arremangao», suscitándose comentarios despectivos que llevaron a la Comparsa a tomar la decisión de presentar ya los pantalones hasta los tobillos, como el resto del bando moro. Este cambio fue totalmente asumido a lo largo de los años 80.

En el año 1973 la Comparsa conoció un trágico momento luctuoso y además en pleno desfile, ya que uno de sus moros más significativos, José Panadero Varela, que iba en la carroza perdió el equilibrio una de las veces que reemprendía la marcha de la misma, cayendo de cabeza al suelo y falleciendo.

También en esa época hubo otra circunstancia que volvió a demostrar que los realistas tienen fibra sensible y humana. La cuestión fue que otro comparsista veterano, Fermín García Rico, enfermó gravemente y se temía por su vida justo cuando llegaban las fiestas, una vez más la comparsa fue una familia y se desplazó en bloque a «tomar» Petrer, al menos su calle Afrodisio Barbero, donde se realizó un «desfile» muy emocionante, sobre todo cuando Fermín se alzó de la cama y saludo desde su balcón.

En el años 1976 las Fiestas de Moros y Cristianos de Elda ampliaron sus actos, de modo que comenzó a celebrarse poco a poco algún acto centrado en los comparsistas infantiles, como por ejemplo el Desfile Infantil, por ello y desde entonces la Comparsa ha tenido el honor de contar con capitanes y abanderas infantiles, siendo los debutantes en este año Hipólito Juan Cantó y Cristina Navarro Castaño.

En estos años 70 la Comparsa seguía labrándose un merecido buen prestigio, la propia Junta Central que ya había premiado antaño a la Comparsa, de nuevo lo haría en esta ocasión personalizando en una persona José Andrés Beltrán, destacado comparsista veterano y cabo excepcional que como tal recibió de galardón el Alfanje de las Fiesta de Moros y Cristianos.

Los años 80 rompieron moldes, la propia Comparsa tomó iniciativa como pionera que siempre fue y pujó por la ampliación de los días de fiesta, además apoyó la aparición de un nuevo acto festero, la celebración de una retreta de Comparsa que fuese efectuada una o dos semanas antes de las Fiestas, todo ello hoy es una realidad, de la que los realistas hemos de sentirnos orgullosos.

En esta década se triplicó el número de comparsistas hasta alcanzar la cifra de 900, pasando a ocupar un puesto destacado en cualquier celebración festera.

En el año 1988, dentro del certamen anual de música festera organizado por el Ayuntamiento de Elda, se compuso y entregó una marcha mora a la Comparsa: «Realistas 88», cuya música era de Ramiro Ruiz de Gandía y la letra de Francisco Martínez Olcina.

Por último, al entrar en una nueva década como es la de los años 90, los realistas de Elda estamos en el momento más espléndido de nuestra historia, como muestra dos botones, primero que es la Comparsa más numerosa con 1.200 miembros, segundo y más importante, se posee en propiedad una sede social amplia y estupenda en la calle Tenería. En esta exitosa situación hemos llegado hasta el Cincuentenario de la Comparsa y también de la fiesta.

Antonio M. Poveda Navarro

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